Buenos Aires — En un contexto donde las exigencias diarias, la desconexión emocional y la falta de escucha atraviesan tanto a familias como a instituciones y espacios deportivos, surge una figura clave: la coach ontológica, relacional, educativa y deportiva que ha orientado su carrera a transformar realidades desde adentro. Su enfoque integral nació de una historia propia que la marcó profundamente.

“Me motivó mi historia personal y la de mis hijos”, expresa. Crecer, equivocarse, sanar vínculos y aprender a escucharse fueron experiencias que la llevaron a observar que muchas personas viven en modo supervivencia emocional. “Vi familias desconectadas, niños etiquetados, parejas que se aman pero no se comunican… y descubrí que acompañar procesos es una forma de transformar realidades”, comparte. Su trabajo nace de un compromiso genuino: seguir aprendiendo mientras guía a otros.

Familias que se miran, se nombran y se cuidan

Desde su rol como coach ontológica y relacional, identifica un desafío central: la desconexión. “Hablamos mucho, pero escuchamos poco. Queremos cambios rápidos, sin paciencia.” Su propuesta se sustenta en tres pilares que permiten reconstruir la forma de relacionarse: comunicación, emociones y acuerdos reales.

“Mi objetivo no es que existan familias perfectas, sino familias que aprendan a hacerse responsables de lo que sienten y eligen”, explica. Cuando esto sucede, dejan de reaccionar y comienzan a crear vínculos más sanos y conscientes.

Coaching educativo: enseñar a pensar, sentir y aprender

Su mirada educativa se centra en herramientas que van más allá de los contenidos académicos. Considera fundamentales:

  • Un lenguaje emocional claro.
  • Pensamiento flexible.
  • Aprendizajes significativos.
  • Metas posibles con procesos reales.

“Cuando un niño o joven aprende a autorregularse, a equivocarse sin miedo y a pensar desde la solución, lo académico florece naturalmente”, afirma.

Coaching deportivo: entrenar la cabeza para potenciar el cuerpov

Su trabajo también abarca el deporte, un espacio donde las emociones juegan tanto como la técnica. “La cabeza es parte del cuerpo. Un deportista puede entrenar horas, pero si compite con enojo, miedo o frustración, se pierde antes de empezar”, sostiene.

El entrenamiento emocional permite mejorar decisiones en juego, fortalecer la confianza, sostener la presión y, sobre todo, volver a disfrutar del deporte más allá del resultado.

Un 2025 con propuestas integrales y un mensaje claro

Para el próximo año, prepara talleres de vínculos conscientes para parejas, programas de gestión emocional para familias, propuestas educativas para docentes y nuevas experiencias con equipos deportivos. Además, continuará con sesiones individuales —online y presenciales— y el desarrollo de recursos accesibles para entrenar la gestión emocional desde casa.

Su mensaje final es tan simple como profundo:
“El cambio real no empieza en lo que hacés, sino en cómo te tratás, cómo hablás y cómo te elegís cada día. Los vínculos se transforman cuando nosotros nos transformamos.”

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Emanuel Mercado
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